…y
amaneció, llenándolo todo de su luz, de su verdad.
Atrás
quedaron los sonidos de la oscuridad. El ulular de una lechuza hambrienta, el
rumor del agua al abandonar la corriente del río y fundirse en la quietud del
lago, el chasquido de una rama seca al caer, el canto de los grillos cortejando
a sus hembras.
Atrás
quedaron los miedos de la oscuridad. Los lamentos que no eran más que viento,
las sombras fantasmagóricas causadas por el inofensivo reflejo lunar, los
aullidos lejanos de un perro imaginado como un sanguinario lobo.
Como
la calma que sigue a la tempestad, como la reconciliación tras la discusión,
como la disculpa sincera que merece el daño injustificado, la noche se fue…
…y
amaneció, llenándolo todo de su luz, de su verdad.
Yago Welles, 19/9/2007
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