martes, 5 de junio de 2012

Quiero que sepas....








Querida amiga:

Escúchame, si estás ahí quiero que sepas.

Que quisiera poder decir que verte es la alegría de mis ojos, que eres mi religión,  que me bañas de gozo…… pero no me gusta mentir…transformas la alegría de mis ojos en alergia y piojos, mi religión en mi retortijón, el bañarme de gozo en ahogarme en un pozo.

Quisiera poder decirte que a tu lado las horas vuelan y siento un flechazo….cuando en realidad solo vuelan dardos y zapatillazos. Decirte que pierdo la noción del tiempo contigo,….. Aunque lo que suelo perder es la paciencia. Eres puro desatino.

Quisiera poder decirte que el roce hace el cariño………pero acaso el cariño tiene picores de urticaria, rojez de eccema e inflamación de sarpullido?

Quisiera poder decir que me provocas sentimientos buenos, me trasmites compasión y ternura, que me das paz….. sentimientos si… ¿pero buenos? ….en vez de trasmitir compasiones, me haces sentir convulsiones, la ternura…..ayyy la ternura….es solo tortura, y la única paz que tenemos entre nosotros dos es cuando te chillo ¡¡Déjame en paz!!

Tu no trasformas, deformas, tu no inspiras, aspiras, tu no eres la que me enseña la belleza sino la que se empeña en ser colmena de abejas, no me das aliento, sino me dejas somnoliento, no eres la que me acompaña y me da la mano si no la que me enmaraña y me chilla en vano.

Quisiera poder decirte que tu voz se equipara a trino de ruiseñor aunque suene a dialogo de bovino y pastor, que cuando cantas me alegras de seguir vivo pese a que oírte es mi peor castigo, que eres mi mejor despertar pese a que no haya imaginado peor malestar, que eres la que me invade de sensaciones y no estas malditas indigestiones.

Y ahora…que mi canción te toca, que mis palabras vuelan como locas.

Ayyy amiga mía, rival de peleas dialécticas, compañera de risas maliciosas, de bromas trasnochadas.

Ayyy amiga mía, solo tu sabes donde acaba la caricatura y empieza el personaje, en que mensaje hay ironía o seriedad, cuando soy careta o realidad. Sólo tú.

Porque a pesar de insultos, bromas, dedos en ojos y palos en ruedas…sé que puedo contar contigo y tú conmigo.

Porque eres….mi amiga.



                                                                      Yago Welles, 26/5/2012

Enlaces a grabaciones programas


Aqui encontrareis las grabaciones a los distiintos programas de radio emitidos hasta la fecha

Programa 4 de Cuentos del Abuelo
Programa 3 de Cuentos del Abuelo
Programa 2 de Cuentos del Abuelo
Programa 1 de Cuentos del Abuelo


Kevin





“Estoy deprimido, sin teléfono, sin dinero... atrapado por imágenes de asesinatos y cadáveres, furia y dolor, niños heridos o muriéndose de hambre, hombres que aprietan el gatillo con alegría, policías y ejecutores... Voy a reunirme con Ken, si tengo suerte”.

Así rezaba parte de la nota de suicidio de Kevin Carter, premio Pullitzer de 1994 por una fotografía en que se veía un primer plano de un niño desnutrido recostado sobre el suelo y un buitre parado tras de si.

Lo primero que pensamos al ver esa fotografía es que el buitre observaba al niño esperando a que este falleciera por su evidente hambruna. Que pretendía hacer un banquete de la poca carne que cubría aquellos reblandecidos huesos. Y que probablemente, ya lo habría hecho en muchas otras ocasiones anteriores.

Seguramente esa fuera la razón del editor del New York Times para elegir aquella foto como portada y no cualquiera otra de las que se mostraban ante él, aquella madrugada de Marzo del 93.

Nada más publicarse, el nombre de Kevin estuvo en boca de todos. Empezaron a hacerle entrevistas, preguntas, la gente se interesó por la criatura, en porque él no espantó al buitre y auxilió al niño en vez de dedicarse a tomar instantáneas, en como podía mirarse al espejo por las mañanas, en cómo un corazón puede ser tan frío...y él? Él solo podía contar que no sabía como terminó aquél niño, que tubo que tomar el avión y volar lejos de allí.

Sólo los de su gremio entendieron que el trabajo de un fotógrafo es retratar la realidad y hacerla llegar a los que desde sus sillones, señalan a los demás sin siquiera molestarse en alzar el dedo índice para hacerlo.

El resto de la sociedad, la opinión pública, se volcó encima de Kevin. Insensible era el menor de los calificativos que recibió. Incluso su familia le recriminó aquella actitud tan, tan…morbosa quizás? Poco humana, dirían unos, profesional otros. Se sentía atacado por todos lados y su refugió fué alcohol.

Meses después de su publicación, cuando ya la vida de Kevin estaba destrozada por aquellas críticas, la foto se erigió en vencedora del prestigioso Premio Pullitzer con lo cual volvió a poner a Kevin en el disparadero

Aquella foto pasó a representar la problemática de África. El niño representaba el hambre, la pobreza, la enfermedad y la muerte que sufría la población. El buitre era el capitalismo que se beneficiaría de aquella agonía, que esperaba paciente para sacar provecho, sacar su tajada. ¿Y el fotógrafo qué representaba?…..Kevin pasó a ser la indiferencia de la sociedad al ver aquellos atropellos, aquellas injusticias.

Kevin no ganó un premio, lo sufrió. Para agravar su pena, pocos días después, un amigo suyo murió tiroteado mientras cubría unos altercados en Johannesburgo. Ya no pudo soportar tanto dolor y tomó la decisión cobarde.

Un vehículo con ventanillas subidas pese a los 40 grados a la sombra que marcaban los termómetros. Una manguera de goma con un extremo en el tubo de escape y expulsando monóxido de carbono hacia el interior del vehículo por el otro. Un motor encendido. Unos ojos que se cierran para siempre.

¿Pero cual es la verdad de aquella historia, de aquel niño?

Lo cierto es que el niño no murió hasta años después, que el buitre no estaba allí esperando que muriera nadie, ni que el fotógrafo tomó aquella imagen buscando el morbo del que le acusaban.

Kevin llegó a Sudán en avión acompañando una misión de reparto de alimentos. Les dijeron que sólo disponían de unos minutos para ver los alrededores mientras se distribuían las viandas entre los nativos. Lo justo para que Kevin diera un paseo por las afueras del campamento y viera la imagen que plasmó sin ser consciente de su futura repercusión.

El lugar de la foto era en realidad el estercolero donde iban los nativos a hacer sus necesidades y se lanzaban las basuras del campamento.

¿El niño? Él no estaba moribundo. Ya había comenzado a recuperarse de su enfermedad en ese campamento de la ONU.  Tan solo estaba defecando. Y si apoyaba la cabeza en el suelo era porque la hambruna les tiene tan débiles que hasta aguantar la cabeza erguida es un sobreesfuerzo.

¿Entonces porque estaba allí, solo? Los padres no estaban allí, porque al llegar el avión de reparto, estaban recogiendo sus raciones.

¿Y el buitre? El buitre, sólo esperaba a que el niño se fuera para ver si había dejado algún resto comestible.

¿Y Kevin?, Kevin hizo la foto y tomó el avión sin saber más. Un avión que por muy lejos que volara ya nunca conseguiría separar su vida de aquel lugar, de aquel instante, de aquél niño.

¿Y la foto? La foto recorrió miles de kilómetros, se publicó en el mejor periódico, ganó el premio más prestigioso y aun hoy, 20 años después, se recuerda. Pero sólo fue una foto hasta que años después alguien se preocupó de indagar la verdad sobre ella y sobre su funesto autor.

De esta historia se pueden sacar multitud de moralejas.

Que un premio no es necesariamente bueno para el que lo recibe o que la misma acción puede ser premiada y vilipendiada según quien la juzgue, o que el mayor éxito de tu vida puede ser tu mayor fracaso, o que no sabes nada si no lo sabes todo, pero yo me quedaría con…

No juzgues sin saber lo que hay detrás o serás injusto…y tus injusticias pueden llevar al juzgado a tomar decisiones que no querrías ni imaginar.

Yago Welles, 29/05/2012

Mi vicio eres tu





Aun recuerdo aquella primera vez que te vi. Era un domingo por la mañana. Pocos transeúntes por las calles. Algún ancianito en busca de su periódico imprescindible de leer mientras desayuna, un par de somnolientos dueños de perros malcriados que no podían esperar más para exigir su paseo matutino y algún adolescente de vuelta a casa tras una noche de botellón en cualquier plaza cercana a su colegio.

Yo había entrado al supermercado a comprar algo….no se, no recuerdo, quizás leche para el café o pastas para acompañar, ¿que mas da? Lo cierto es que fue verte y olvidarme de motivos, de razones. Mis compras dejaron de ser necesarias. En aquél instante sentí solo una necesidad. Tú lo eras. Mi única necesidad.

Con pasos vacilantes empecé a caminar en tu dirección. Directa a ti. Paso a paso. Un escalofrió recorrió mi espina dorsal mientras me acercaba más y más. Mirándote,…mas bien comiéndote con los ojos

De repente, una joven se cruzó en mi camino. Parecía ir a tu encuentro. Oh nooo. Por unos segundos pensé que ahí acabaría mi sueño contigo, pero no, la chica pasó de largo y se perdió de mi vista adentrándose en el pasillo de charcutería. Seguías solo, y sin mujeres cerca. Eso me envalentonó.

Con esa caída de ojos que pongo para hacer notar que algo o alguien me interesan de verdad, me paré a tu lado. No hizo falta hablar. Mi deseo era patente. Estiré mi mano hacia ti. Quería hacerte mío, ya, y tú, ....tú estabas dispuesto a dejarte.

Caminamos en silencio los pocos metros que separaban el supermercado de mi apartamento. En ese breve trayecto, de sonrisas nerviosas y miradas de reojo, solo podía pensar en el momento de ofrecerte mis labios. Ideando mil estrategias sobre cómo llegarte al corazón.

Ya en casa te quedaste en la salita mientras yo…mmm, digamos que me ponía cómoda.
Escogí mi camisón talismán. El que me aseguraba éxito cuando llevaba a un hombre a casa. De satén negro y con remates en blonda, se adaptaba a mi cuerpo realzando mis curvas. Curvas que hay que decir que no estaban nada mal pese a mis 38 años ya cumplidos. Horas de natación y bicicleta en el gimnasio me mantenían más que deseable.

Fui a tu encuentro. Aun seguías en la salita esperándome. Me apoyé el marco de la puerta con pose seductora… mientras me mojaba los labios con la lengua sin perderte de vista. Mmm, con esa artimaña consigo que hasta el hombre más difícil se derrita y tu no ibas a ser menos. Así que sin más preámbulos entré en la habitación.

Una vez frente a ti, me convertí en la loba en celo que llevo dentro. Te arranqué las vestiduras y antes de que reaccionaras, yo ya estaba con la boca entreabierta, deseando comerte, beberte, pero antes que nada…chuparte. Así que no lo dude más, me arrodillé y abriendo más mi boca, te saboreé.

Al principio te sentí incómodo, ¿quizás nervioso? con frialdad diría yo, pero enseguida te relajaste y te dejaste hacer mientras yo seguía lamiéndote con una sonrisa picarona dibujada en mi rostro. Yo era puro fuego y en aquél grado de excitación podía derretir hasta el iceberg que hundió al titanic, así que no tenias escapatoria. De nada te valdría pelear o intentar negar lo evidente. Te relajaste y te abandonaste a la calidez de mis labios.

Te  sujete con firmeza y de un movimiento decidido de mi mano, tu piel se deslizó hacia abajo por el tronco, mostrando su interior rosado. Cerré mis ojos y te hundí dentro de mi boca, tanto que casi me ahogo.

Seguí trabajándote con la lengua. Te succionaba, te lamía, te degustaba entre gemidos de placer.

Mmm, como me gusta.
¡¡Qué bien sabes!!

No sé que pensarías de mí, pero yo necesitaba aquello. Quería que acabases en mi boca, que me llenases toda. Tragarme hasta la última gota de tu ser. -Dame tu jugo, quiero exprimirte yaaaaa- Y no me defraudaste. Tu final colmó todos mis deseos.

Unos segundos después allí estábamos. Los dos tumbados en la alfombra, agotados. Tu vacío, fláccido, sin fuerzas para nada. Yo exhausta pero con la satisfacción del trabajo bien hecho. Aún relamiendo las gotas que me habían salpicado en la mano o los brazos. Mirando a mí alrededor desubicada, como si hubiera vivido un sueño. ¿Qué día era? ¿Qué había ido a comprar al supermercado? 

Nunca olvidaré aquél, nuestro primer encuentro. El primero de muchos. Porque pasaste de ser un desconocido a ser parte de mi ser. Desde entonces, no hay noche en que no vaya a buscarte con ganas de volver a sentirte dentro de mí. Si si, tooodas las noches, incluso algunas repetimos…jijijiji.

Así eres tú. El que nunca me falla, el que siempre me espera. Eres tú. Llueva o nieve, haga viento o truene. Siempre dispuesto a satisfacerme. Mi fiel fuente de placer.

Te llames como te llames, flash, polin, helado de agua, da lo mismo, siempre estás en mi congelador……dispuesto a que te coma.

Mi vicio eres tú.


Yago Welles, 31/5/2012

Creadora de Sueños






Recuerdo tiempos lejanos en los que te conocí. Oía risas a mi lado, y al girarme a mirar, allí estabas. Pura simpatía, alegría e ingenuidad. Algo me impulsó a conocerte, a hablarte, a explicarte comos, cuandos y dondes, porque desde el primer día demostraste avidez de aprender todo lo que alguien estuviera dispuesto a enseñarte. Y me hiciste sentirme maestro, padre, conductor. No fue difícil sentir ternura por ti y adoptarte sin pensarlo.

Unos tiempos en que te sentí mi árbol que plantar, la flor que había que podar para que creciera hermosa, una escultura que había que pulir antes de colocar en su pedestal.

Una época en que tus ojos se abrían sorprendidos a cada novedad que se te mostrara y tu mente absorbía cada cosa que se te explicara. En que tus mejillas se sonrojaban al oír hablar de besos y tu corazón se encogía al mentarte el amor. Cuando sentías un torrente de emociones recorrer tus venas. Cuando eras un bebé, mi bebé.
La rubita de mi corasón.

Y desde entonces…

Desde entonces el bebé creció…y creció…y no dejó de crecer. Alimentándose de ideas, de proyectos, de planes. Sin dejar de intentar realizar todo aquello que se le ocurría. Esforzándose en los pequeños detalles, pequeños si, pero detalles que son los artífices de toda grandeza. Dejó de ser mi bebé para ser mi compañera de aventuras constructivas, mi comodín a donde recurrir cuando se me agotaban las ideas, mi amiga.
La rubita de mi corasón.

Y así es ella ahora….

La que enseña cómo ver un puente donde otros solo detectan piedras. La que indica cómo transformar cuero en cristal. La guía para hacer cada día el milagro de los panes y los peces multiplicando todo tipo de objetos. La constructora. La que te fabrica el edificio donde trabajar y la cama donde descansar después. La que te da el banco donde sentarte para admirar lo que te rodea. La que llena tu vida de cosas útiles sacadas de simples cajas de madera.

La que da lecciones de vida, la que demuestra que de una cabeza puede emanar genialidad, de unas manos trabajo, de un alma tesón, de un corazón pasión.
La creadora de sueños. ¡Más que eso! Porque no sólo crea los sueños, sino que los hace realidad. La artista. La genio. La estrella que ilumina por donde pasa. La admirada.
La rubita de mi corasón.


                                                                                    Yago Welles, 24/5/2012


A dos metros bajo tierra





El ambiente estaba viciado de humo. A saber cuantos años hacía que nadie usaba aquellos respiraderos, por los que sólo se veían tobillos de transeúntes anónimos. Y la puerta,…..la puerta solo se abría lo justo para que pasaran los pocos admitidos por Joe, el gorila de la puerta, que sólo sabía decir “Ajá” mientras permitía el paso a los que conocía o “Club Privado, No admitido” a los que no.

Por encima del olor de humo sobresalía el de whisky barato, del derramado por la moqueta desgastada que cubría el suelo y del de vasos amontonados en el fregadero tras la pequeña barra, y olor a sudor en las camisas a causa de demasiadas horas de tensión, carta tras carta.

La noche no había sido del todo mala. Si bien es cierto que no encadené buenas manos, pude ir aguantando mi pila de fichas ganando algunos botes pequeños. Así que llegué a la hora caliente con mis posibilidades intactas.

Se acercaba el amanecer, y a esa hora ya los jugadores empezaban a estar cansados… era el momento de las manos rompedoras. Las que se juegan el todo o nada Cuando más repetidas veces se oye “All in”….mientras alguno de los jugadores empuja todas sus fichas al centro de la mesa.

La poca luz que desprendían aquellas herrumbrosas lámparas colgantes se concentraba sobre el tapete de juego. A mis oídos solo llegaban unos pocos sonidos. El crujir de la vieja silla bajo los 140 kilos del Gordo Lou, el martilleante mezclar de fichas de Martin “el Manos”, la música metal rock que se filtraba desde el after del local de al lado y el latir de mi corazón al ver aquellas dos cartas frente a mi……. As, As.

A dos metros bajo tierra, en aquél tugurio de mala muerte iba a jugarme todo mi futuro a aquellas dos cartas. La probabilidad estaba a mi favor, pero aun así, un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando dije “Voy con todo” y otros dos jugadores hicieron lo mismo.

Mi vida dependía de aquella mano. Si perdía, no podría hacer frente al pagaré y el Ruso me rompería uno a uno todos los huesos de mi cuerpo hasta que pagase. Si ganaba podría pedirle a Ela que abandonase aquella vida. Decirle que yo la apartaría de aquella gente que sólo veía en ella un culo bonito que palmear mientras le pedían otra copa, o alguien a quien chillar si las cartas no salieron como esperaban.

Si hubiera sido cristiano, budista, mahometano o de cualquier otra creencia religiosa, habría rezado a mi Dios, pero no lo era, así que opté por encomendarme a mi Dios particular. Miré a Ela.

Mi timidez y su miedo a ser abofeteada por Joe si la sorprendía mirando a un cliente más de lo necesario, había impedido que nuestras miradas se cruzasen más que en contadas ocasiones. Pero en aquél instante nuestros ojos estaban entrelazados. No podían dejar de hablarse. Los de Ela deseándome suerte, los míos diciéndole….”Esto lo hago por ti”.

Ela no sabía de mis intenciones en caso de ganar, ni de mi futuro en un hospital o en una morgue en caso de perder, pero aun así deseaba que yo ganara.

Las tres primeras cartas aparecieron en la mesa… Jota, Seis, Diez…..mis probabilidades aumentaban si bien es cierto que una doble pareja podría ganarme. Había que seguir rezando hasta el final…así que volví a mirar a mi Diosa particular mientras esperaba mi destino.

As…..uff, tenía un trío, mis posibilidades aumentaban casi hasta el infinito…en ese momento solo un Dama-Rey que daría escalera podía ser mejor mano que la mía. Mi corazón palpitaba desenfrenado, tanto por la tensión de saber que escondería esa última carta que faltaba por salir como por el hecho de sentir el calor de la mirada de Ela fija en mí.

Cerré los ojos mientras el crupier volteaba la última carta……Rey. Qué peligro!! Como alguno de mis dos contrincantes tuviera una dama, yo habría perdido todo. Los miré para ver su reacción tras aparecer la última carta.

El Gordo Lou cabizbajo parecía pequeño pese a sus casi dos metros de estatura, así que no me preocupó lo que tuviera oculto en su mano, a ese le ganaba.

Giré la vista hacía el único que podría derrotarme y vi el brillo en sus ojos, la sonrisa burlona del que se siente superior porque sabe que me ha ganado, vi a Ela desaparecer de mi futuro, incluso me vi a mi mismo, desapareciendo de mi futuro…

Me vi…..donde van los perdedores, donde aparecen los que no pagan sus deudas, los que no consiguen rescatar a su amor…me vi abandonado a mi suerte, sin salida,... me vi...a dos metros bajo tierra.



Yago Welles. 23/5/2012


No lo hagas





Niño de 3 años se encapricha del perro del vecino, Papa y Mamá compran un perrito de 600 € para Navidades……en Agosto el perro condiciona los planes familiares.
-Manolo, ya te dije que el niño se cansaría en dos días. Devuélvelo a la tienda o regálalo, pero para dos minutos que él juega, yo me paso el día recogiendo pelos,…además, yo no me quedo sin ir de Hotel por su culpa-

Cachorro perdido camina por la carretera cuando ve unas luces a lo lejos…va hacía ellas…sin saber que ellas también van hacia él…pero mucho más rápido…y es lo último que este vería….unas luces que le pasaron por encima.

No lo abandones, él nunca lo haría.

“Manolo, amigo mío, hemos quedado con las hermanas para un fin de semana en la nieve….esquiando en la montaña y seguramente también después en el hotel!!!! Juajuajua.”  “Joder Luis, lo siento pero ya sabes que desde que cerró la fábrica he de moderar los gastos. No puedo permitírmelo.”

Días después…. “Manolo, tu mejor amigo te tiene una sorpresa de las buenas!! Lorena traerá una amiga para ti. Esta noche toca cenita de velas, cine de última fila….y después….tararí. Mis padres están fuera y tengo la casa vacía. “Lo siento Luis, de verdad pero sigo sin encontrar trabajo y cada vez mis fondos están peor. Una pizza en casa no valdría…?”

Meses después… “Oye Luis, aquél no es Manolo” “Ahh..Si pero haz como que no lo has visto….para que nos explique como se duerme en los refugios o a qué sabe la sopa de los comedores de caridad….mejor no hablarle.”

No lo abandones, él nunca lo haría.

“Papá, así no podemos seguir. Carmen se desespera cuando va después que tu al baño y se encuentra todo el inodoro salpicado. Está cansada de limpiarte a mano las camisas que ensucias al comer, por no querer ponerte el babero que te compró. Y encima te pasas el día en el sofá….No te podías ir a un banco de la calle a tomar el aire…o a ver obras como el resto de jubilados….tu no…..tu en casa, en el sofá sin dejarnos tocar el mando de la tele. Lo siento papá pero no quiero discutir más con ella. Te buscaremos un sitio.”

“Señor Morilla. Lamento comunicarle que su padre acaba de fallecer. Como le explicamos por teléfono hace dos días, estaba ya muy mal. Aunque luchó por mantener el aliento hasta que usted llegara, su cuerpo dijo fin. Sus últimas palabras fueron….”Mi hijo vendrá, sé que vendrá.” Las mismas palabras que llevaba repitiendo los últimos meses.

No lo abandones, él nunca lo haría.

Vivimos abandonando cosas, gente, empleos, hogares, estudios. Vivimos tomando decisiones a la ligera. Decisiones de las que solemos arrepentirnos con el tiempo.

 Cuantos operarios de cadena de montaje miran hacia atrás pensando como sería su vida ahora de ser ingeniero. Si hubieran escuchado a mamá y terminado la carrera….

Cuantas modelos se arrepienten de haber dejado aquél amor de juventud, sincero, real, fiel, por las caricias pasajeras de algún hermoso compañero de desfile. Caricias efímeras, caricias que se diluyen en el aire, caricias que no evitan una soledad.

Cuantas veces abandonamos un libro a medias, sin leer el final, porque pesa mucho en el bolso, porque sus tapas son viejas y alguien puede pensar que no tengo para comprarme libros nuevos…o porque nuestra amiga nos dice q la moda es leer este otro….

No abandonemos.
Sin leer el final de un libro nunca sabrás como acaba.


                                                                                                     Yago Welles, 18/5/2012