El ambiente estaba
viciado de humo. A saber cuantos años hacía que nadie usaba aquellos
respiraderos, por los que sólo se veían tobillos de transeúntes anónimos. Y la
puerta,…..la puerta solo se abría lo justo para que pasaran los pocos admitidos
por Joe, el gorila de la puerta, que sólo sabía decir “Ajá” mientras permitía
el paso a los que conocía o “Club Privado, No admitido” a los que no.
Por encima del
olor de humo sobresalía el de whisky barato, del derramado por la moqueta
desgastada que cubría el suelo y del de vasos amontonados en el fregadero tras
la pequeña barra, y olor a sudor en las camisas a causa de demasiadas horas de
tensión, carta tras carta.
La noche no había
sido del todo mala. Si bien es cierto que no encadené buenas manos, pude ir
aguantando mi pila de fichas ganando algunos botes pequeños. Así que llegué a
la hora caliente con mis posibilidades intactas.
Se acercaba el
amanecer, y a esa hora ya los jugadores empezaban a estar cansados… era el
momento de las manos rompedoras. Las que se juegan el todo o nada Cuando más
repetidas veces se oye “All in”….mientras alguno de los jugadores empuja todas
sus fichas al centro de la mesa.
La poca luz que
desprendían aquellas herrumbrosas lámparas colgantes se concentraba sobre el
tapete de juego. A mis oídos solo llegaban unos pocos sonidos. El crujir de la
vieja silla bajo los 140 kilos del Gordo Lou, el martilleante mezclar de fichas
de Martin “el Manos”, la música metal rock que se filtraba desde el after del
local de al lado y el latir de mi corazón al ver aquellas dos cartas frente a
mi……. As, As.
A dos metros bajo
tierra, en aquél tugurio de mala muerte iba a jugarme todo mi futuro a aquellas
dos cartas. La probabilidad estaba a mi favor, pero aun así, un escalofrío
recorrió mi cuerpo cuando dije “Voy con todo” y otros dos jugadores hicieron lo
mismo.
Mi vida dependía
de aquella mano. Si perdía, no podría hacer frente al pagaré y el Ruso me
rompería uno a uno todos los huesos de mi cuerpo hasta que pagase. Si ganaba
podría pedirle a Ela que abandonase aquella vida. Decirle que yo la apartaría
de aquella gente que sólo veía en ella un culo bonito que palmear mientras le
pedían otra copa, o alguien a quien chillar si las cartas no salieron como
esperaban.
Si hubiera sido
cristiano, budista, mahometano o de cualquier otra creencia religiosa, habría
rezado a mi Dios, pero no lo era, así que opté por encomendarme a mi Dios
particular. Miré a Ela.
Mi timidez y su
miedo a ser abofeteada por Joe si la sorprendía mirando a un cliente más de lo
necesario, había impedido que nuestras miradas se cruzasen más que en contadas
ocasiones. Pero en aquél instante nuestros ojos estaban entrelazados. No podían
dejar de hablarse. Los de Ela deseándome suerte, los míos diciéndole….”Esto lo
hago por ti”.
Ela no sabía de
mis intenciones en caso de ganar, ni de mi futuro en un hospital o en una
morgue en caso de perder, pero aun así deseaba que yo ganara.
Las tres primeras
cartas aparecieron en la mesa… Jota, Seis, Diez…..mis probabilidades aumentaban
si bien es cierto que una doble pareja podría ganarme. Había que seguir rezando
hasta el final…así que volví a mirar a mi Diosa particular mientras esperaba mi
destino.
As…..uff, tenía un
trío, mis posibilidades aumentaban casi hasta el infinito…en ese momento solo
un Dama-Rey que daría escalera podía ser mejor mano que la mía. Mi corazón
palpitaba desenfrenado, tanto por la tensión de saber que escondería esa última
carta que faltaba por salir como por el hecho de sentir el calor de la mirada
de Ela fija en mí.
Cerré los ojos
mientras el crupier volteaba la última carta……Rey. Qué peligro!! Como alguno de
mis dos contrincantes tuviera una dama, yo habría perdido todo. Los miré para
ver su reacción tras aparecer la última carta.
El Gordo Lou
cabizbajo parecía pequeño pese a sus casi dos metros de estatura, así que no me
preocupó lo que tuviera oculto en su mano, a ese le ganaba.
Giré la vista
hacía el único que podría derrotarme y vi el brillo en sus ojos, la sonrisa
burlona del que se siente superior porque sabe que me ha ganado, vi a Ela
desaparecer de mi futuro, incluso me vi a mi mismo, desapareciendo de mi
futuro…
Me vi…..donde van
los perdedores, donde aparecen los que no pagan sus deudas, los que no consiguen
rescatar a su amor…me vi abandonado a mi suerte, sin salida,... me vi...a dos
metros bajo tierra.
Yago Welles. 23/5/2012
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